El reflejo del miedo y la duda (Castellano)
- Anna Soler Soler
- 17 ago 2020
- 2 Min. de lectura

Otra vez, como cada día, había la misma discusión.
- ¡Hoy sí! Voy a empezar con mi nuevo proyecto.
- ¿En serio? Ya estás otra vez con el mismo tema…
- Creo que esta vez es real, lo noto…
- Llevas un tiempo que no paras de repetir lo mismo, un día tras otro.
- Porqué tengo un sueño, quiero conseguirlo y llegar a ser lo que realmente quiero ser.
- Lo que andas buscando no está al alcance de cualquiera, necesitas tener suerte.
- Pero…
- Cada uno ha nacido donde tiene que estar. Tienes que poner los pies en el suelo, los sueños son… eso, sueños.
- Quiero intentarlo, aunque sea solo por una vez. Tengo una espina del pasado clavada en mi interior.
- …
- Tengo la sensación de que no encajo en el sistema que dices. Siempre me ha costado adaptarme allá donde he ido. Incluso, teniendo que renunciar algunas veces a quién soy… Por miedo -una lágrima se deslizó acariciando el rostro.
- ¡Pero no te das cuenta! Esta es la realidad en la que vivimos. ¡Despierta de una vez!
- No quiero despertar.
- ¿Cómo?
- Porqué no estoy durmiendo -la mirada era penetrante y profunda-. He estado durmiendo durante todos estos años y creo que es ahora cuando me estoy despertando.
- ¿Y si no funciona? Sabes que hay probabilidades de que fracases, ¿no?
- Pero… Al menos, tengo alguna probabilidad de éxito.
- ¡No digas tonterías! Sabes cuál es tu papel, lo que tienes que hacer, así que deja de pensar en estupideces.
- ¡No quiero!
- ¡Pero es lo que debes!
- ¡No! ¡No! ¡No! ¡Déjame en paz! -el grito resonó mientras se agarraba y tiraba de los pelos con las manos temblorosas-. ¡Sal ya de mi cabeza, no puedo más!
Se escuchó un golpe seco en la pared seguido de una respiración fuerte y agitada. La mirada estaba fija en el suelo hasta que la cabeza, poco a poco, se fue elevando. Un espejo. Pude ver el reflejo de mi rostro cansado, con los ojos rojos y humedecidos. Me acaricié la mejilla con suavidad y noté la sequedad de unas lágrimas que habían brotado hacía unos instantes. Me quedé mirando aquel reflejo apagado, abatido y desmotivado. Cabizbaja de nuevo, apoyé ambas manos en la encimera de madera y apreté con fuerza, como si quisiera partir la superficie en dos. Intenté respirar hondo para relajarme y frenar el tembleque que notaba en las extremidades. Inspiré y expiré cuatro veces y volví a levantar la cabeza viendo el mismo rostro de antes.
- Tengo que hacer algo.
Muchas gracias Carolina! No sabes lo bien que va leer estas palabras 😊😊
Maravilloso. Tenía que haber descubierto tu blog antes 📖💜